Los aluviones en el norte, los megaincendios en el sur, la erupción del volcán Villarrica, y para qué hablar, el incendio en Valparaíso en 2014 o el terremoto del año 2010, han demostrado que no estamos preparados para manejar estas crisis.
Según el geólogo Francisco Hervé, las recientes inversiones realizadas en instituciones como el Servicio Sismológico de la Universidad de Chile y el Observatorio Volcanológico de Los Andes del Sur (OVDAS) son un avance importante, pero aún quedan muchas áreas por investigar: “Nadie sabía qué podía pasar con una lluvia como la que hubo la semana pasada en el norte, necesitamos que esos escenarios también se estudien”, dice.
Y no sólo desarrollar modelos predictivos para diferentes catástrofes, sino también planes de acción para cuando ellos ocurran. Tomás Pérez-Acle, director del Computational Biology Laboratory (Dlab), trabaja en biología computacional modelando, como él explica, “fenómenos de la vida”.
“En un supercomputador puedes probar miles de combinaciones para los más diversos fenómenos. Por ejemplo, cómo van a reaccionar los grupos humanos a enfermedades, inundaciones, terremotos, incendios, y eso te permite tomar mejores decisiones: a qué lugares mandar más ayuda, a dónde es mejor que se dirijan los helicópteros de rescate, etc.”.
En otros países, agrega, no se toman medidas sin antes haber hecho este tipo de modelos y analizar los diferentes escenarios, pero en Chile no han tenido tanta suerte. “Hemos querido modelar los brotes de virus sincicial, pero el Ministerio de Salud no se ha mostrado interesado”, afirma.
Tampoco hay suficiente investigación sobre recuperación de zonas tras un desastre. El profesor de la Facultad de Ingeniería UC, Juan Carlos Bonilla, ha estado estudiando formas de regenerar los suelos tras grandes incendios como el de Valparaíso o Torres del Paine. Estos terrenos expuestos tienen riesgos: “El debilitamiento puede provocar eventos de remoción de masa, como aludes, y arrastre de sedimentos o contaminantes que pueden causar impactos ambientales. Por eso, hay que desarrollar rápidamente planes de manejo de esas áreas”. Entre las propuestas de su equipo está la técnica de la hidrosiembra (que pone semillas en el agua para ser depositadas en los terrenos) y hacer cortes en los cerros para interceptar los flujos ladera abajo.
También hay propuestas incipientes de este tipo en la costa. La académica de la Facultad de Ecología y Recursos Naturales de la UNAB, Loretto Contreras, está trabajando para descontaminar las áreas costeras, como Quintero y Puchuncaví, afectadas por metales y compuestos orgánicos, usando macroalgas.
MÁS ENERGÍA
“Hay que investigar cualquier alternativa que pueda existir de energía”, dice el premio nacional de Ciencias Aplicadas Juan Asenjo. Las que más se repiten entre los científicos son las asociadas a las Energías Renovables no Convencionales (ERNC), en especial la solar y la mareo-motriz, dado el potencial que tiene Chile: mar y desierto. “Hay que crear un megacentro de energía solar y desarrollar más capital humano para trabajar en este tema. Deberíamos ser el país número uno en energía solar por nuestra condición geográfica y estamos lejos de serlo”, dice Carolina Torrealba, doctora en Biología Molecular y Celular, y directora de nuevos proyectos en la Fundación Ciencia & Vida. Sin embargo, uno de los problemas que ha tenido el desarrollo energético en Chile durante los últimos años es la resistencia de las comunidades a la instalación de proyectos. “Necesitamos un enfoque interdisciplinario que entienda el avance científico de la mano con las realidades sociales”, dice Sebastián Ureta, sociólogo de la Universidad Alberto Hurtado e investigador del Núcleo Milenio sobre Energía y Sociedad (NUMIES). Actualmente el NUMIES analiza las prácticas de consumo de energía, la valorización y los mercados energéticos, y por supuesto las políticas y controversias sobre infraestructuras energéticas. Su incipiente trabajo deja en evidencia la necesidad de un cambio cultural, tanto desde los productores de energía como de la sociedad, el que parece más apremiante cuando se observan los efectos que el cambio climático está provocando, como las sequías en el norte del país.
Pablo Marquet, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad de la Universidad Católica, agrega que el cambio climático es parte de un fenómeno más amplio, que él denomina como cambio global, y que abarca desde los proyectos energéticos, la sobreexplotación de recursos y la pérdida de biodiversidad: “Necesitamos estudiar y hacer una planificación adecuada para hacer frente al cambio global y éste debe considerar el rol humano. Hay que compatibilizar el desarrollo con la sustentabilidad y la mitigación”.
OCÉANO PROFUNDO
“Sabemos más sobre la superficie de la Luna y Marte que sobre el océano profundo, y Chile se encuentra frente al océano más grande -pero también más desconocido- del planeta, el Pacífico”, dice el profesor Osvaldo Ulloa, director del Instituto Milenio de Oceanografía de la Universidad de Concepción. Por supuesto, el fondo marino del que hablan los científicos no es aquel que tocamos con los pies cuando nos bañamos en la playa: miles de kilómetros bajo el mar hay valiosos recursos de los que sabemos muy poco. “No sabemos quiénes habitan en las profundidades de nuestro mar, tampoco cómo funciona el ecosistema profundo, qué aplicaciones biotecnológicas puede ofrecernos, etc.”, agrega Ulloa.
Las potencialidades de saberlo podrían ser enormes; por ejemplo, un equipo liderado por el ingeniero químico Juan Asenjo (premio nacional de Ciencias Aplicadas) descenderá durante los meses de julio y agosto, por primera vez en la historia, a la Fosa de Atacama, de ocho mil metros de profundidad ubicada frente a la costa de Mejillones, a buscar bacterias para la creación de nuevos antibióticos. “La resistencia a los antibióticos es un tema crítico, algo que puede eliminar a la mitad de la humanidad, como pasó con la peste negra. Por eso tenemos que ir a los lugares más extremos. Vamos a sacar sedimento del fondo del mar para ver qué bacterias hay ahí”, explica Asenjo. El problema es que encontrar un nuevo antibiótico demora mucho tiempo, por lo que se necesitan más investigadores y financiamiento en esta tarea. Como explica Ulloa, “todo esto exige una importante inversión, ya que se deben desarrollar tecnologías que puedan soportar las altísimas presiones que hay en el fondo del mar”. En el caso del equipo de Asenjo, quien trabaja en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile, el proyecto es financiado por la Comunidad Europea.
CÁNCER
Hoy en día, casi un cuarto de las muertes en Chile son a causa del cáncer. Sin embargo, en 2021 esta enfermedad superará a las enfermedades cardiovasculares como la primera causa de muerte del país. El profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, Gareth Owen, es parte de un amplio grupo de científicos, médicos y autoridades que están levantando las alarmas sobre este problema de salud y solicitando al gobierno mayor inversión a través de una ley nacional de cáncer. “Chile está transitando desde un país subdesarrollado, cuyo foco de salud pública son las enfermedades infecciosas, a uno desarrollado, con mayor tasa de envejecimiento y enfermedades crónicas: cardiovasculares, cáncer, Alzheimer. Hoy el país no está preparado para el cáncer y esta enfermedad va a destruir los sistemas de salud si no se hace algo rápido”, asegura. Para esto, no sólo se necesita más dinero, sino que un cambio cultural: desde la prevención a hospitales especializados, nuevos tratamientos, un registro de los pacientes con cáncer, acceso a muestras para hacer estudios de mayor envergadura, entre otros. “El cáncer es un desafío biológico fundamental, una batalla épica de la humanidad contra sí misma”, remata Carolina Torrealba, de la Fundación Ciencia & Vida.
Ya hay casi medio millón de inmigrantes en Chile y, según el doctor (c) en Historia y miembro del Instituto de Estudios Complejos de la Universidad de Valparaíso, Edmundo Bustos, los estudios interdisciplinarios respecto a cómo le están cambiando la cara al país son insuficientes: “Mucha gente llega con intención de quedarse, ya tienen hijos chilenos, ¿cómo somos capaces de insertarlos, de que se sientan en su patria? Piensa en países como Francia, que tienen serios problemas con esto; una gran mayoría de los marroquíes franceses nunca se han sentido realmente parte de esa sociedad, y eso tiene consecuencias”, dice. Por ello, Bustos cree que tanto desde la antropología, sociología, historia, ciencia política e incluso filosofía se debe trabajar en responder a cómo vamos configurando esta nueva sociedad, con multiplicidad de identidades. De no hacerlo, agrega, corremos el riesgo de tener ciudadanos con un alto nivel de desarraigo y desapego. “El fenómeno de la globalización ya está aquí e integrar a los inmigrantes es clave. La discriminación sólo genera distancia y violencia”, concluye.
INMIGRACIÓN
Ya hay casi medio millón de inmigrantes en Chile y, según el doctor (c) en Historia y miembro del Instituto de Estudios Complejos de la Universidad de Valparaíso, Edmundo Bustos, los estudios interdisciplinarios respecto a cómo le están cambiando la cara al país son insuficientes: “Mucha gente llega con intención de quedarse, ya tienen hijos chilenos, ¿cómo somos capaces de insertarlos, de que se sientan en su patria? Piensa en países como Francia, que tienen serios problemas con esto; una gran mayoría de los marroquíes franceses nunca se han sentido realmente parte de esa sociedad, y eso tiene consecuencias”, dice. Por ello, Bustos cree que tanto desde la antropología, sociología, historia, ciencia política e incluso filosofía se debe trabajar en responder a cómo vamos configurando esta nueva sociedad, con multiplicidad de identidades. De no hacerlo, agrega, corremos el riesgo de tener ciudadanos con un alto nivel de desarraigo y desapego. “El fenómeno de la globalización ya está aquí e integrar a los inmigrantes es clave. La discriminación sólo genera distancia y violencia”, concluye.
Info: LaTercera.com